Comer, no es igual a Nutrirse
Cuando comer no es suficiente
Comes bien. Haces ejercicio. Tomas agua. Duermes tus 7-8 horas. Aun así… ¿Te has sentido agotado, inflamado o con emociones que no sabes de dónde vienen?
¿Has pensado “estoy haciendo todo lo que se supone que debo hacer”, pero algo no termina de mejorar? Este tipo de sensación es más común de lo que parece. Y no se trata de una falla tuya, se trata de una mirada incompleta sobre lo que significa nutrirse.
En la cultura del “bienestar”, solemos enfocarnos en los alimentos como listas de calorías, proteínas o macros. Pero lo cierto es que la nutrición real va mucho más allá de lo que pones en tu plato. Hay personas que desayunan jugo verde y aun así tienen déficit de hierro, otras que hacen dieta “limpia” y viven inflamadas, estresadas o con problemas digestivos. ¿Por qué? Porque comer no es igual que nutrirse. En este artículo queremos contarte por qué no basta con comer “bien”, también que entender tu nutrición como un sistema completo puede ayudarte a recuperar energía, claridad y bienestar.
Comer ≠ Nutrir – ¿Por qué no es lo mismo?
Desde pequeños nos enseñan a comer tres veces al día, a terminar el plato, a “comer bien”. Pero muy pocas veces nos explican qué significa realmente nutrirnos. Comer es una acción externa, nutrirse es un proceso interno.
Cuando comes, introduces alimentos al cuerpo, tu cuerpo los absorbe, descompone, distribuye y utiliza como combustible, reparación o defensa. Comer no garantiza que estés absorbiendo lo que necesitas y nutrirse significa que cada célula de tu cuerpo está recibiendo lo que necesita para hacer su trabajo correctamente. Piensa en esto:
Puedes comer una ensalada con hierro vegetal, pero si tu digestión está debilitada o te faltan ciertos minerales, no lo vas a absorber bien.
Puedes tomar suplementos, pero si tu intestino está inflamado, el cuerpo no los va a aprovechar.
Puedes comer en cantidad… pero no en calidad, y quedarte igual de cansado, ansioso o con síntomas persistentes.
Además, la forma en que comes también importa: ¿Comes con prisa? ¿Bajo estrés? ¿Frente a una pantalla?
Todo eso afecta tu capacidad de digerir, asimilar y transformar los alimentos en salud real. Comer es necesario, nutrirse es esencial y son cosas muy distintas.
La comida no solo te alimenta… te informa
¿Sabías que cuando comes, no solo le das energía a tu cuerpo, sino que también le estás mandando instrucciones? Cada bocado que das es más que una mezcla de sabores y nutrientes: Es un lenguaje y tu cuerpo lo entiende mejor que nadie. Los nutrientes hablan con tus células: Vitaminas, minerales, antioxidantes, aminoácidos, todos ellos activan o desactivan funciones específicas dentro de ti:
El magnesio participa en más de 300 reacciones bioquímicas.
El zinc activa enzimas que modulan el sistema inmune.
El triptófano es precursor de la serotonina, que regula tu estado de ánimo.
La vitamina D modula genes relacionados con la inmunidad, el estado emocional y la inflamación.
Los omega-3 ayudan a apagar fuegos internos: procesos inflamatorios crónicos.
Esto es ciencia, es nutrigenómica: el estudio de cómo los nutrientes interactúan con nuestros genes y sistemas. Comer no es solo “rellenar el tanque”, es darle al cuerpo la información correcta para que haga lo que sabe hacer: mantenerte sano, equilibrado y vital.
¿Qué pasa cuando esa información está distorsionada?
Si los nutrientes que consumes son escasos, de mala calidad o están bloqueados por el estrés, tu cuerpo empieza a recibir mensajes confusos:
“No tenemos suficiente para producir energía.”
“No hay con qué reparar tejidos.”
“No hay reservas para crear hormonas o combatir infecciones.”
Y entonces lo sientes como cansancio, niebla mental, cambios de humor o digestión pesada. Tu cuerpo no está fallando. Está respondiendo a lo que le estás diciendo, o a lo que no estás diciendo con tu comida.
¿Por qué puedes tener deficiencias, aunque comas bien?
Una de las frases que más escuchamos de personas es: “No entiendo… si como saludable, ¿por qué me siento así?” Es una duda válida, la respuesta está en comprender que una alimentación equilibrada no siempre garantiza una nutrición suficiente. Hay múltiples factores silenciosos que pueden estar interfiriendo con tu capacidad de absorber lo que comes.
1. Alimentos empobrecidos
¿Sabías que las frutas y verduras de hoy no tienen los mismos nutrientes que hace 30 años?
La agricultura intensiva y el uso excesivo del suelo han provocado una caída en la concentración de minerales esenciales como magnesio, zinc o hierro. Comes lo mismo… pero recibes menos. Y si a eso le sumamos el exceso de alimentos ultraprocesados, llenos de calorías, pero pobres en micronutrientes, el desequilibrio es aún mayor.
2. Digestión alterada
No importa lo bien que comas si tu sistema digestivo no está funcionando como debería.
Inflamación intestinal
Microbiota desequilibrada
Síndrome de intestino permeable
Falta de enzimas digestivas
Todo eso afecta directamente la absorción de nutrientes clave y tu intestino es como una puerta: si está dañada, nada entra bien.
3. Estrés y emociones
El estrés crónico no solo te agota mentalmente, también desactiva tu capacidad digestiva. Cuando estás en modo supervivencia, tu cuerpo desvía la energía hacia la alerta y pone en pausa procesos como la digestión y la absorción. Además, el estrés gasta nutrientes: agota magnesio, vitaminas del complejo B, zinc y más.
Es como tratar de llenar un balde con un agujero.
4. Estilo de vida moderno
Falta de descanso, sobrecarga de pantallas, sedentarismo, poca luz solar, contaminación: todo eso afecta la forma en que tu cuerpo asimila lo que comes. No se trata solo de lo que está en tu plato, se trata del estado de tu sistema al recibirlo. Entonces sí, puedes estar comiendo sano, pero si tu cuerpo está inflamado, estresado o desequilibrado, puedes seguir teniendo deficiencias sin darte cuenta y lo más común es que esas deficiencias no aparezcan en chequeos generales, pero sí se reflejen en cómo te sientes: energía baja, caída del cabello, digestión lenta, irritabilidad, dificultad para dormir...
¿Qué más te nutre además de la comida?
Cuando hablamos de nutrición, solemos pensar solo en lo que comemos. Pero en realidad, nutrirse es una experiencia completa, que involucra cuerpo, mente y emociones. Desde la mirada de la Medicina Sistémica, entendemos que todo lo que entra a tu sistema puede considerarse un “nutriente” o un “estresor”, y no todo lo que te alimenta entra por la boca. ¿Qué otras cosas nutren tu biología?:
Tus pensamientos
Lo que piensas, crees y te repites día a día tiene un impacto físico real. La ciencia ya ha demostrado que el estrés mental y emocional libera hormonas que afectan la digestión, la inmunidad y el metabolismo, por eso, un cuerpo en modo defensa no se nutre igual que un cuerpo en modo calma.
Tu entorno
La calidad del aire que respiras, la cantidad de luz solar que recibes, los estímulos sensoriales que te rodean (ruido, pantallas, contaminación visual), todo eso puede ser nutritivo o inflamatorio. Vivir en un entorno desconectado de los ritmos naturales puede afectar desde tu digestión hasta tu producción hormonal.
Tus vínculos
Las relaciones humanas son una forma poderosa de nutrición emocional. El aislamiento, la desconexión, las relaciones tóxicas o la falta de apoyo debilitan tu sistema tanto como una dieta deficiente. Por el contrario, los vínculos sanos generan oxitocina y dopamina, que protegen tu sistema inmune y emocional.
Tu descanso
Dormir bien no es un lujo. Es una función biológica esencial. Durante el sueño se reparan tejidos, se regulan hormonas, se procesa la memoria y se reorganiza todo tu sistema interno. Si duermes poco o mal, la nutrición tampoco se procesa correctamente.
Tu capacidad de pausa
Nutrirte también es darte espacio. Respirar. No correr todo el tiempo. Darte permiso para no hacer. Tu cuerpo necesita energía, pero también necesita tiempo para asimilar, integrar, regenerar. En Aware entendemos que todo esto también forma parte de tu nutrición. No se trata solo de contar macros o tomar vitaminas, se trata de preguntarte:
¿Qué estás consumiendo con tu mente, tus emociones y tus sentidos? ¿Lo que entra en tu vida te sostiene o te agota?
¿Cómo saber si realmente estás bien nutrido?
Hay algo que todos compartimos: nos acostumbramos fácilmente a sentirnos “más o menos”, pensamos que es normal vivir cansados, irritables o inflamados pero lo que es común… no siempre es natural. Tu cuerpo tiene formas muy sutiles de decirte que algo le falta y esas señales suelen ser ignoradas o mal interpretadas.
Señales de que podrías tener deficiencias nutricionales (aunque comas bien):
Fatiga constante, incluso si duermes bien.
Cambios frecuentes en el estado de ánimo.
Caída de cabello, uñas frágiles o piel seca.
Problemas digestivos como hinchazón, acidez o tránsito lento.
Dolores musculares o calambres sin razón aparente.
Sueño liviano, despertares nocturnos o insomnio.
Dificultad para concentrarte, “mente nublada” o pérdida de memoria leve.
Antojos intensos de dulce, sal o comida chatarra.
Bajos niveles de energía en las tardes.
Sistema inmune débil: te resfrías o te inflamas con facilidad.
Muchos de estos síntomas no aparecen en chequeos generales, pero sí son indicios de que tu cuerpo no está recibiendo (o absorbiendo) lo que necesita.
La buena noticia: Hoy existen herramientas que nos permiten identificar esos vacíos de forma precisa, antes de que se conviertan en un problema mayor.
En Aware trabajamos con:
Estudios clínicos convencionales y funcionales, que analizan más allá del rango “normal”.
Evaluaciones nutricionales sistémicas, que toman en cuenta tu historia completa: emocional, digestiva, metabólica y ambiental.
Planes personalizados, donde te ayudamos a descubrir lo que es bueno para ti en tus circunstancias actuales.
Si te identificaste con alguna de estas señales, tu cuerpo te está hablando. No está fallando: está intentando adaptarse con lo que tiene. Y a veces, simplemente necesita un refuerzo, una pausa o un cambio de estrategia.
¿Qué propone Aware?
Una nutrición que sí transforma
En Aware sabemos que la salud no es una colección de síntomas, y que la nutrición no es una lista de alimentos en una tabla. La verdadera salud nace cuando entendemos cómo está funcionando tu sistema completo, no solo qué aparece en un análisis aislado. Por eso, nuestro enfoque combina ciencia, personalización y cercanía humana.
1. Evaluamos de forma integral:
Cada cuerpo es diferente. Cada historia también. No tratamos solo síntomas. Queremos entender tu sistema completo, que es la base del enfoque sistémico.
¿Cómo estás digiriendo lo que comes?
¿Qué nutrientes estás absorbiendo realmente?
¿Qué impacto tiene tu nivel de estrés o tu descanso en tu salud digestiva, hormonal y emocional?
¿Qué hábitos o experiencias están interfiriendo con tu capacidad de nutrirte bien?
2. Detectamos deficiencias reales (no supuestas):
Usamos herramientas clínicas y funcionales que van más allá del “todo está bien” en un análisis convencional, evaluando:
Reservas de vitaminas y minerales
Marcadores de inflamación o malabsorción
Perfil metabólico, hormonal y digestivo
Estado de tu microbiota intestinal
Estrés oxidativo y fatiga mitocondrial
Porque si no medimos lo que falta, no podemos corregirlo con precisión.
3. Reforzamos con lo que tu cuerpo realmente necesita
Diseñamos junto contigo, un plan de alimentación y estilo de vida para cubrir tus necesidades reales. También detectamos si la alimentación no es suficiente para restaurar tus niveles óptimos. Por eso, según tu caso, podemos incluir:
Terapias de sueros intravenosos con vitaminas, minerales y antioxidantes que se absorben al 100%, sin pasar por el intestino.
Suplementación responsable y específica, sin excesos ni generalidades.
Plan de nutrición funcional personalizado, adaptado a tus objetivos y tu contexto real.
Sugerencia de atención emocional, porque sabemos que todo lo que vives también afecta cómo tu cuerpo procesa lo que come.
Lo que buscamos no es que comas mejor. Queremos que te sientas mejor, porque estás recibiendo y absorbiendo lo que realmente necesitas, en un entorno que también te sostiene. Tu nutrición no es solo tu dieta, es cómo tu cuerpo interpreta, transforma y responde a todo lo que entra a tu sistema.
Conclusión: Escuchar a tu cuerpo también es una forma de nutrirlo
Tu cuerpo habla. A veces lo hace con energía, otras veces con cansancio. A veces te lo dice con digestión ligera… y otras con niebla mental, ansiedad o inflamación. No siempre es fácil interpretar lo que necesita.
Pero si algo está claro, es esto: No deberías acostumbrarte a sentirte “más o menos”. Porque sentirte bien no debería ser una excepción. Debería ser lo normal.
Si te has preguntado por qué, aunque “comes bien”, no logras sentirte mejor, tal vez ha llegado el momento de mirar tu salud desde otro lugar. Nutrirte no es solo una cuestión de comida, es una forma de reconectarte contigo, de honrar tus necesidades reales, de dar un paso hacia un estado de bienestar que no sea temporal, sino sostenible.
En Aware podemos acompañarte. Estamos aquí para ayudarte a:
✔ Comprender lo que está pasando en tu cuerpo.
✔ Identificar lo que te está faltando… aunque no lo veas aún.
✔ Diseñar una estrategia que te devuelva la energía, el foco y el equilibrio.
✔ Nutrir cuerpo, mente y emociones desde un lugar respetuoso, personalizado y profundo.